domingo, 31 de enero de 2010

“pero no podrán contigo, porque yo estoy a tu lado para salvarte”. Jr. 1,19


¿Cuantas veces no hemos sido incomprendidos? ¿en cuantas ocasiones nos hemos desilusionado? ¿con que frecuencia nos sentimos defraudados porque nuestras expectativas no se cumplen? Hoy, nos encontramos con un gran desafío, reivindicar la gratuidad como un mecanismo valido de vida. Hacer sentir a nuestros hermanos y hermanas que en la vida el amor se vive en acción de gracias.
El pastor anglicano Douglas Walstall visitó en cierta ocasión al Papa Juan XXIII y esperaba mantener con él una profunda conversación ecuménica. Pero se encontró con que el pontífice de lo que tenía ganas era simplemente de charlar, y a los pocos minutos, le confesó que allí, en el Vaticano, se aburría un poco, sobre todo por las tardes. Las mañanas se las llenaban las audiencias. Pero muchas tardes no sabía muy bien qué hacer. Allá en Venecia, confesaba el Papa, siempre tenía bastantes cosas pendientes o me iba a pasear. Aquí, la mayoría de los asuntos ya me los traen resueltos los Cardenales y yo sólo tengo que firmar. Y en cuanto a pasear, casi no me dejan. O tengo que salir con todo un cortejo que pone en vilo a toda la ciudad. ¿Sabe entonces lo que hago? Tomo estos prismáticos, señaló a los que tenía sobre la mesa, y me pongo a ver desde la ventana, una por una, las cúpulas de las Iglesias de Roma. Pienso que alrededor de cada Iglesia hay gente que es feliz y otra que sufre; ancianos solos y parejas de jóvenes alegres. También gente amargada o pisoteada. Entonces me pongo a pensar en ellos y pido a Dios que bendiga su felicidad o consuele su dolor. .(José Luis Martín Descalzo)
El pastor Walstall salió seguro de haber recibido la mejor lección ecuménica imaginable, porque acababa de descubrir lo que es una vida dedicada al amor.
Cada uno tiene su propio “Vaticano” por eso de vez en cuando hay que mirar por los “prismáticos” y descubrir lo que sucede a nuestro alrededor. Por esto, para no sentirnos desilusionados, defraudados, o no correspondidos es bueno  realizar algunos pasos interiores hacia el amor gratuito, convertido en una lucha, que la lucha se vive con protección, y la protección nos da seguridad.
El primer paso es el amor desde la dimensión de la FE, mirado como la capacidad de confiar, es de las palabras más  desgastadas en nuestros días pero que es un requisito primordial: eliminar de nuestra mente el querer vivir en un estado de defensa ante diversas situaciones y lo que es más triste aún la situación de antropofagia, tales como el chisme, la costumbre de ver lo malo, los actos gestuales que dicen tanto, situaciones en la cuales se sienta que hay una especie de tendencia en contra, y algunas veces la misma intuición te da la desconfianza contra alguien. Es tan necesario hoy del amor confiado. Es cierto que nuestras experiencias nos generan desconfianza, pero por eso mismo tenemos que asegurar nuestra mirada en Jesús por el cual hacemos todas las cosas.
Un segundo paso es recordar que no debemos dejar de luchar, pero para la lucha es necesario tener claro hacia donde queremos llegar. No perder nuestro horizonte, sin la meta clara cualquier esfuerzo es perdida de tiempo. Sentir que la vida se mueve dentro de lo temporal y lo espacial pero no se limita ahí. Existe una ilusión mucho mayor, mucho más potente. Que arrastra nuestra acción e impulsa nuestro esfuerzo. Pero tenemos que tener claro que es lo que busco, esta es la verdadera lucha. Quien tiene claro hacia donde se dirige sabe muy bien que camino tomar.
Un tercer paso es vivir con el certeza de  que no estamos “solos”, y desprendernos de la sensación de soledad, cuantas veces nos hemos sentido solos aunque estemos con gente alrededor, pero un cristiano nunca se encuentra solo. Porque… siempre se puede caminar “juntos”, y al estar acompañados los pasos se hacen mas llevaderos, por eso no podemos olvidar que la verdadera compañía y la verdadera fuerza viene de El. Es quien nos da la protección, la seguridad y la confianza, de esta manera todos los que se unan en el camino serán enriquecimiento. Por esto nuestra vida es vida comunitaria.
Hoy en día hablar de fe, esperanza y caridad, es hablar de expresiones que toman fuerza en el corazón, para quien sigue a Aquel que nos ha llamado a vivir nuestro cristianismo con alegría, fortalecidos por la experiencia de que nos ama hasta el extremo. Ahora no te preguntes porque los demás son así, piensa que haz hecho para que ellos sean diferentes. Además ¿y nosotros como somos?