Durante este fin de semana me llegó con fuerza el caso de Wikileaks, un portal de internet que difunde material clasificado de los gobiernos, sobretodo el norteamericano. En este espacio se divulga información que ha generado un "cablegate" como lo han llamado algunos en Twitter.Con el caso de “Wikileaks” nos encontramos con dos elementos interesantes de reflexionar: el uso ilegal de las fuentes o la claridad de los acontecimientos.
Hablo de “uso ilegal” porque la manera en que esta organización se ha apoderado de la documentación que presenta no se ha aclarado y hace parte de las grandes dudas sobre el material que en su portal de internet se presenta, se puede hacer uso de un material del cual se desconoce su origen y autenticidad?
Y “claridad de los acontecimientos” porque se habla tanto de las guerras en el Asia cercana, pero en ciertas momentos se generan tantas dudas de lo que verdaderamente allí sucedió: ¿cuáles eran los verdaderos motivos para Estados Unidos realizar esas acciones? ¿qué sucedió allí verdaderamente?
Hoy el mundo de la diplomacia se encuentra entre la espada y la pared de frente a estos documentos que se revelan durante estos días. Para mi como sacerdote comunicador igualmente me interpela el uso de la información. ¿Vale la pena poner en riesgo la seguridad de las naciones por información que no se sabe su procedencia o la manera en que llego a las manos de quienes las difunden, o la verdad esta por encima de cualquier medio que se use para alcanzarla?
Se dice muchas veces que el fin justifica los medios, pero hasta que punto el medio distorsiona el fin. Pienso que hay una tarea difícil de responder de frente a este fenómeno, pero dejo en manos de quienes tienen la información la conciencia de difundirla. Por mi parte, considero que la prensa no es el juez idóneo para clarificar la verdad que lo que allí sucedió.