martes, 22 de marzo de 2011

"...porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado"

Lo de hoy se complementa con lo que el día de ayer reflexionaba. Nuestras actitudes como sacerdotes, religiosos, personas comprometidas con la iglesia, ha llevado a que el escándalo sea mucho más notorio y ruidoso que las acciones que realizamos. Esta bien, es notable la persecución que sobre la iglesia se tiene, pero igualmente poniendo en frente las acciones que realizamos, lógico que en nada o mejor en mucho colaboramos para que la imagen negativa sobre una institución tan noble y buena pueda ser mas positiva.
Me detengo a mirar tantos hombres y mujeres que en nuestra comunidad eclesial viven fuertemente los principios evangélicos, como hacen de ellos su vida. Son hombres y mujeres felices con una actitud frente a la vida digna de imitar. Su trabajo en cárceles, hospitales y asilos, lugares donde pocos tienen tiempo para ir y ellos están allí dando su mano y su corazón siguiendo el principio evangélico de la caridad; cuantos hermanos y hermanas rezan y oran a Dios con esperanza y fe, se siente fuerte su intercesión en nuestras vidas tan escasas de oración; hombres y mujeres que animan la vida del triste, acompañando al solitario, consuelan al desamparado y todo lo hacen en nombre de Jesús. Mientras nosotros, los que deberíamos dar ejemplo, se aplica lo que dice el Evangelio: "hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.".
Me da tristeza descubrir como mis actos pueden dañar tanto a las personas a mi alrededor, pero igual, me entristece como las personas no son capaces de de ser justos y ver los buenos actos, la entrega y el amor de tantos hermanos y hermanas consagradas al servicio del Señor. 
Como leones muchos despedazan nuestra comunidad con sus palabras, pero en gran proporción por culpa de nosotros mismos y nuestro poco compromiso. Que este tiempo de cuaresma me ayude a tomar fuerzas para mi lucha de estar a la altura, en todo momento, del llamado que el Señor me ha realizado.

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