martes, 16 de marzo de 2010

... abrir nuestra estrechez

Nuestra condición humana, más que centrarnos en las soluciones, nos centra en los alrededores de ella. El enfermo de Betesda, a la pregunta de Jesús de que si quería quedar sano, contesta con una algo totalmente distinto a la pregunta en cuestión. Aprovecha la ocasión para lamentarse, para sacar fuera toda la frustración que lleva de estar postrado por 38 años; desanimado porque nadie se apiada de él y lo mete en la piscina. Toda la experiencia vivida no le deja oír claramente lo que se le pregunta, mucho menos responder. Pero Jesús, que conoce mejor que nosotros mismos lo que necesitamos da la sanación física al enfermo. Igualmente, Jesús se preocupa por su sanación espiritual. No quiere que tampoco sea sumergido de nuevo en el pecado.

Oh Señor, abre mi mente, mi oído y mi corazón a tus palabras. Libera esta condición humana de su estrechez y permíteme seguirte y dar la respuesta de mi parte que esperas.

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