viernes, 5 de marzo de 2010

... la comprensión

Hoy, tercer viernes del tiempo cuaresmal, la tradición penitencial y el camino de confianza nos llevan a hacer memoria de una cadena de injurias y traiciones que forman parte de nuestro bagaje histórico personal y colectivo. La primera lectura nos refiere cómo José, el hijo de Israel, fue traicionado y vendido por sus hermanos. La segunda nos habla, en forma de parábola mesiánica, de los obreros de una viña que apedrean y dan muerte tanto a los mensajeros como al propio hijo que el amo les envía para liquidar las cuentas de su trabajo; y todas las oraciones nos invitan a mirar hacia Cristo, el Hijo de Dios, que avanza con la cruz de nuestros pecados en el curso de su pasión. De esa forma, los dos relatos de las lecturas aparecen como anticipo y preparación de ánimo para que sepamos apreciar lo que será la traición, prisión, condena y muerte de Jesús.
¡Cuán lejos están los contenidos de esas dos lecturas bíblicas de lo que es una vida según el Espíritu! En ésta, aunque se parte de la personal debilidad, pobreza , humildad y turbación, se va ofreciendo y sirviendo a los demás cuanto se puede de consuelo, animación, paz, amor. Por eso es camino de santidad.
Tomemos una expresión nueva de esa noble actitud mística en Teresa de Calcuta:
Cuando necesite comprensión, Señor, mándame alguien que necesite la mía.
Cuando necesite que me cuiden, mándame a alguien a quien cuidar
Cuando tú y yo, amigo y amiga nos hemos encontrado en la vida en situaciones de ser no bien comprendidos o incluso incomprendidos, ¿hemos  vivido la grata experiencia de superarnos a nosotros mismos haciendo el bien a los demás, comprendiéndolos, acogiéndolos, dándoles lo que parecía faltarnos para nosotros mismos?

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