lunes, 1 de marzo de 2010

... el peso del amor

Nuestro camino de confianza en el día de hoy nos lleva a mirar nuestra conciencia, tenemos que aprender a cultivarla, porque sino se entumece, si actúa desde su sentimiento de bien, nos lleva a realizar acciones que pueden ser al mismo tiempo sencillas y maravillosas, capaces de sorprender a cualquier observador.
A veces nos complace alabar en seres vivos y sensibles ciertos rasgos fascinantes que hablan de fidelidad y amistad en extremos inauditos. Sirva de ejemplo la actitud de un perrito que –desde su sensibilidad, pobreza y amor- acepta y sabe compartir con un niño o con su amo una buena mesa, una mesa escasa, unas migajas de pan, un hambre no deseada, y hasta una hambruna de muerte, dando de sí todo el calor y alivio que su ser le permite.
Pues mucho más nos debe complacer una persona feliz, una mujer-madre, un corazón compasivo, un trabajador agobiado, un educador solícito, si teniendo más frío que calor, más hambre y necesidad que pan, más preocupaciones que sosiegos, más fatiga que descanso,  más desengaño que esperanzas,  siempre llevan en su alforja espiritual un tarro de bondad, una palabra de ánimo, una candela que encender, un vaso de agua que dar a otro más necesitado...
Sea hoy hilo conductor de nuestra celebración el querer compartir, dar todos los dones recibidos, en la medida en que podamos ser solidarios de los demás, especialmente con los más necesitados, y oremos desde nuestra pobreza al modo de Teresa de Calcuta: ¡Señor!, me atrevo a pedirte que cuando tenga hambre no me abandones, pero que de cuando en cuando pongas a mi lado a alguien que sea tan necesitado y tan pobre o más pobre que yo, y que me complazca en compartir con él el pan duro que hoy me quede o al menos la palabra y la paciencia para encontrarlo y compartirlo mañana. Amén.
Hoy nuestros hermanos y hermanas de Chile necesitan de nuestra presencia, presencia activa en la oración, presencia activa para tranquilizar el corazón y saber vivir en la esperanza, presencia para transmitirles la fuerza de una familia cristiana que, sabiendo de sus capacidades, hoy les anima a enfrentar este nuevo reto. Chile una mesa para todos y todas.

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