miércoles, 10 de febrero de 2010

El culpable

Es tan fácil echarle la culpa a los demás de las consecuencias de las acciones que realizamos, nos cuesta tanto asumir con responsabilidad el fruto de lo que hacemos. Hago memoria de una frase que un profesor este semestre me enseño sobre un dirigente: “Cuando las cosas van mal el mal dirigente mira por la ventana para ver quién es el responsable, cuando las cosas van bien el mal dirigente se mira en el espejo; con el buen dirigente las cosas son al revés”.

En esta etapa cultural en la cual vivimos es fácil encontrar muchos ejemplos de hombres y mujeres que viven con el estilo del “relativismo”: vivir mirándose el ombligo. Se agotan los compromisos, se acaban las responsabilidades, se pierden las realidades; relativizamos todo dependiendo mi gusto, mi punto de vista, mi interés.

Aunque el texto del evangelio nos habla directamente de la prohibición de comer algunos alimentos: “Nada que entre de fuera puede manchar al hombre” (Mc 7,13), hoy mi reflexión me motivó a pensar la cantidad de información que recibimos, la innumerable y agitada descarga de estímulos que percibimos, que en muchas ocasiones nos dirigimos a ellos como los culpables de nuestras determinaciones.

Pero el evangelio continua: “lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro” (Mc 7,13), es lo que expulsamos, es lo que generamos luego que realizamos un proceso interno con la información que recibimos. Es posible que nosotros “creamos que”, “pensemos que” pero estas palabras no eximen de la responsabilidad a la cual estamos obligados a tener con nuestra vida y con nuestras decisiones.

Estamos acostumbrados a buscar en lo externo la causa de nuestro estado y es bueno darnos una revisada interior para descubrir que es lo que hay allí, para descubrir porque estamos como estamos. Tenemos que ser buenos dirigentes de nuestra existencia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario